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LOS NÚMEROS DE LA ECONOMÍA POPULAR

Fotos: Prensa UNC.

Sociedad

LOS NÚMEROS DE LA ECONOMÍA POPULAR

El sector de la economía popular creció y se consolidó a lo largo de las últimas décadas. Se trata de un grupo cada vez más numeroso de la población trabajadora que produce sus ingresos por fuera del sistema salarial y en condiciones de informalidad: personas que trabajan multiplicando ocupaciones, changas, emprendimientos y formas de cuentapropismo no registrado, además de cooperativas y modalidades diversas de trabajo asociativo o empleos de tiempo parcial sin registración.

Con el objetivo de conocer a quienes trabajan en este sector, entender sus ocupaciones y desarrollar políticas públicas para mejorar sus realidades, el equipo del proyecto “Estudio interdisciplinario de la economía popular en la Provincia de Córdoba: generación de conocimiento y herramientas de intervención orientadas al ámbito público” partió de un análisis interdisciplinario y empíricamente situado, para elaborar un diagnóstico integral de la composición y dinámica de las poblaciones de la economía popular a nivel provincial.

El trabajo constituye una herramienta inédita para la gestión social y gubernamental, resultado del aporte interdisciplinario de más de 25 personas investigadoras y becarias del Conicet y de las universidades nacionales de Córdoba y de Río Cuarto.

Mujeres jóvenes y varones +46

El informe puntualiza algunos datos cuantitativos que muestran la realidad de la economía popular en Córdoba en base a una propuesta de medición y caracterización de esta población extraída de la Encuesta Permanente de Hogares.

Así, indica por ejemplo que el 25% de la población económicamente activa en Córdoba pertenece a la economía popular.

La investigadora Karina Tomatis, codirectora del proyecto, explica que los diferentes registros reconocen que el sector de la economía popular se conforma mayoritariamente por mujeres jóvenes, pero que uno de los hallazgos del informe es justamente la relevancia en cuantía de varones de más de 46 años. ”El grupo conformado por varones trabajadores de la economía popular de más de 46 años es el que tiene mayor peso en relación a la población económicamente activa y este dato puede explicarse porque son estas personas quienes transitaron el deterioro de los mercados de trabajo desde los años ‘90 a esta parte”, explica.

En cuanto a las ocupaciones, 30% de quienes trabajan en la economía popular en Córdoba se dedican al comercio por mayor y menor; 14% a la construcción; 10% a los servicios personales (como limpieza de prendas y calzado, estética y peluquería), 8% al sector industrial y ramas asociadas y 38% a una variedad de actividades englobadas en “otras” (como agropecuaria, recolección de residuos, transporte, logística, enseñanza, entre otras).

Con respecto al nivel de ingresos, casi la mitad (46%) de la población de la economía popular en Córdoba se encuentra bajo la línea de pobreza. Dentro de ese conjunto, 23% – es decir, 11% de la totalidad- vive en pobreza extrema.

Además, un trabajador o trabajadora de la economía popular cuenta con un ingreso medio que representa la mitad de la remuneración que reciben en promedio quienes tienen un salario formal -no profesionales. Sin embargo, sus ingresos son 23% mayores a los de quienes reciben ingresos informales -no profesionales.

“Este último dato nos permite establecer un vínculo con lo que encontramos en el análisis cualitativo, ya que las personas trabajadoras de la economía popular encontrarían en el cuentapropismo, mono y pluriactivo, la manera de lograr mejores ingresos que quienes están en relaciones de empleo asalariadas absolutamente precarizadas”, dice Julieta Quirós, directora general del Proyecto e investigadora del Instituto de Antropología de Córdoba (Idacor-Museo de Antropologías).

“A la economía popular hay que entenderla siempre en el marco de las condiciones generales del mercado laboral y, en este caso, la precarización del empleo nos permite entender por qué la economía popular es una opción”, agrega Tomatis.

Pluriactividad y autonomía

En esta primera etapa, el estudio cualitativo de la población trabajadora de la economía popular recuperó y sistematizó datos de estudios de casos previos al proyecto, basados en un total de 101 unidades productivas, que abarcan a 767 personas trabajadoras.

Una de las características que se perfiló como definitoria de este sector de la economía popular son los esquemas pluri-activos o pluri-ocupacionales, en los que la gente combina distintas ramas de actividad. La muestra indica que una parte importante de la población trabajadora de la economía popular se desempeña en diversas ocupaciones simultáneamente.

“Los y las trabajadoras de nuestra población pueden reconocerse y aspirar a consolidarse en una actividad e identidad laboral principales, como ocurre, por ejemplo, con quienes se identifican con oficios de costura, albañilería, y trabajos de campo, carreros y feriantes. Sin embargo, la pluriactividad constituye una estrategia de hecho con la cual hacen frente a las dificultades sistémicas para garantizar sus condiciones de subsistencia desde una única labor”, explica Quirós.

En este sentido, la investigadora señala además que esta población trabajadora desarrolla sus pluriactividades por fuera de cualquier sistema de previsión y seguridad social.

Quirós añade que en la experiencia vital de quienes trabajan en el sector de la economía popular, el cuentapropismo mono y pluriactivo representa una ventaja: garantiza posibilidades de autonomía relativa y constituye una alternativa mejor valorada frente a los bajos ingresos y las condiciones de subordinación que caracterizan a las posibilidades salariales efectivamente existentes para estas poblaciones trabajadoras.

“Los casos empíricos permiten graficar esto. Por ejemplo, buena parte de quienes trabajan en el empleo doméstico se desempeñan simultáneamente en distintos emprendimientos dentro de la economía popular como textiles, comerciales, de reventa, cuidado de autos en la vía pública, entre otros, como estrategia para `hacerse el sueldo’”, comenta.

La investigadora explica además que a pesar de su precariedad e inestabilidad, estos esquemas son valorados como alternativa a las “formas cotidianas de humillación” que estas trabajadoras viven o han vivido en el empleo doméstico.

Otros ejemplos que menciona son las personas que trabajan en carros, recolección o reciclado, quienes reivindican positivamente su actividad en tanto posibilidad de “trabajar sin patrón o patrona”, “manejar sus propios tiempos”, “no deberle nada a nadie” o “no recibir órdenes”.

El informe explica que el cuentapropismo mono y pluriactivo es valorado en tanto condición habilitante de ciertos márgenes de “soberanía sobre las formas de ganarse la vida” y esto incluye lo que estas personas entienden como parte de su dignidad; evitando o mitigando relaciones de humillación y enajenación que caracterizan a las relaciones salariales realmente existentes; pero también soberanías que exceden el ámbito exclusivamente laboral, como poder llevar a una hija o hijo a una atención médica, poder permanecer en casa si hay una enfermedad sin que ello implique un conflicto. “En una palabra, y como las personas mismas suelen expresarlo: ser dueñas del tiempo propio”.

Cabe señalar que estas aspiraciones de autonomía están acompañadas por el valor de hacer progresar los emprendimientos en términos de capitalización, mejoras de infraestructura, procesos de trabajo y productos. “En este sentido las políticas de formación, capacitación y capitalización son de suma receptividad, aun cuando esos emprendimientos puedan seguir siendo parte de esquemas pluriocupacionales”, apunta Quirós.

Acá no se vive de la ayuda social

En Córdoba sólo un 30% de los y las trabajadoras de la economía popular viven en hogares que perciben algún tipo de ayuda social (transferencia de ingresos estatales o ayuda monetaria). “Mientras en las arenas públicas domina la idea de que estos sectores `viven´ de las políticas de asistencia, encontramos que 70% vive enteramente de ingresos generados en el mercado; y sólo 30 percibe algún tipo de ayuda social como parte de sus ingresos”, señala Quirós.

Los datos obtenidos en el informe permiten conocer rasgos de la economía popular de Córdoba a fin de imaginar políticas públicas adecuadas para el sector. “Por ejemplo, entender el componente pluri-activo del sector marca las condiciones de posibilidad, de disponibilidad de tiempo y los tipos de dinámicas que pueden asumir posibles formaciones”, señalan las investigadoras.

Además, leer esta realidad puede ayudar a pensar estrategias sobre las posibilidades y la conveniencia de formalizar o no estas actividades. “Formalizar a través de un monotributo no sería una medida adecuada para este sector porque eso genera un costo fijo que a veces es difícil de sostener”.

A partir de este primer informe, el equipo de trabajo diseñará una muestra propia para llevar a cabo un estudio actualizado en 2023 que aborde distintas ramas de la economía popular, tanto en ámbitos urbanos como rurales.

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