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UN IMPACTO SECUNDARIO

Fotos: Prensa UNC.

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UN IMPACTO SECUNDARIO

Un informe difundido por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), indica que aunque hubo dificultades para sostener las clases no presenciales en todos los niveles de escolaridad, el secundario sufrió el mayor impacto. Particularmente, afectó a los hogares de nivel socioeconómico medio-bajo, donde casi cinco de cada diez jóvenes mantuvo un vínculo intermitente con la escuela, y de nivel bajo, donde el 16% se desvinculó totalmente. Los datos corresponden a la ciudad de Córdoba y son aportados por un estudio de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNC, que evidencia el desigual acceso a derechos que tuvo la población durante la virtualidad que impuso la pandemia.

La publicación de Candela Ahumada, de la Prosecretaría de Comunicación Institucional de la UNC, explica que ahora que las aulas volvieron a llenarse de estudiantes, el año escolar está cerrando y ya nadie habla de burbujas y clases por zoom, ¿qué pasó durante este año y medio con la enseñanza a través de una pantalla? ¿Fue posible sostener la continuidad educativa durante la virtualidad que impuso la pandemia?

Uno de los pocos datos oficiales difundidos sobre la cantidad de chicos y chicas que se desconectaron del colegio durante la pandemia proviene de la evaluación de continuidad pedagógica realizada por el Ministerio de Educación de la Nación en junio de 2020.

Hasta esa fecha, 1,1 millón de estudiantes se habían desvinculado de la escuela, lo que significa que el 10 por ciento tuvo nulo o bajo contacto con su institución educativa, según la propia cartera educativa nacional.

Un estudio desarrollado por un equipo de investigación de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNC muestra que hubo dificultades para sostener la continuidad de la enseñanza en todos los niveles de la escolaridad.

No obstante, esas dificultades fueron particularmente profundas en los hogares de nivel socioeconómico bajo (NSEB). En ellos, el 39,7% del estudiantado del nivel primario se mantuvo vinculado de manera intermitente con el sistema educativo, y el 3,4% estuvo totalmente desvinculado. Pero fue en el secundario donde más impactó la intermitencia y desvinculación de los y las jóvenes en el sistema educativo: el 15,9% se mantuvo desvinculado completamente de la enseñanza, y el 29% lo hizo de modo intermitente.

“Las desigualdades educativas durante la virtualidad no solo se profundizaron en términos de sectores socioeconómicos, sino que también parecieron reproducirse por nivel educativo, siendo el secundario el nivel más afectado”, explica Susana Andrada, investigadora de la UNC y coordinadora del estudio que indaga sobre qué ocurrió con la enseñanza en pandemia a través de entornos virtuales, y los niveles vinculación, intermitencia y desvinculación que mantuvo el alumnado con el ámbito escolar.

La investigación incluyó 665 encuestas realizadas en los hogares de la ciudad de Córdoba en pleno contexto ASPO (del 19 al 27 de marzo de 2021), y da cuenta del desigual acceso a derechos que tuvo la población de Córdoba durante la crisis provocada por el COVID, en términos de educación y en todos los niveles de enseñanza (inicial, primario, secundario, terciario y universitario).

Las dificultades para sostener la escolarización virtual fueron marcadamente superiores en los hogares de nivel socioeconómico bajo – y también en los de nivel medio-bajo–, lo que generó condiciones muy desiguales y desfavorables para el aprendizaje.

En las familias con menos recursos, la falta de conectividad fue el principal problema (alcanzó al 55,6% de los hogares, mientras que esta dificultad representó menos del 20% en los demás hogares encuestados). Le siguen la insuficiencia de dispositivos, como computadoras, celulares e impresoras (36,1%) y el desconocimiento sobre cómo manejarlos (32,3%), superando estas razones a todas las demás planteadas, como la falta de espacios, o el tiempo de adultos para apoyos, entre otras.

En particular, en los sectores medios bajo y medio alto tuvo mayor incidencia la dificultad para afrontar el pago de las cuotas escolares, así como la falta de tiempo para acompañar tareas escolares entre quienes asisten a colegios privados.

La mayor desconexión con el sistema educativo que mostraron las juventudes pertenecientes a familias con menos recursos no solo puede explicarse por la escasez de dispositivos y la falta de conexión a internet, sino también por factores que trascienden el ámbito escolar, pero que impactaron directamente en ese espacio.

De acuerdo a Andrada, se explica también por la variable generacional, aquello que es específico de las juventudes. “Cambió la vida cotidiana de todas las personas, pero afectó de manera diferente las formas de socialidad del ciclo vital. La falta de espacios de socialización de las y los jóvenes con sus pares, las tareas domésticas y de cuidado que se sumaron o intensificaron en muchos casos, la reclusión al ámbito del hogar y el peso que cobraron las actividades escolares en sus vidas cotidianas, pueden haber marcado ritmos de intermitencia y discontinuidad en sus procesos educativos”, analiza.

Agrega además que, en las familias, de algún modo se espera mayor autonomía entre quienes son adolescentes y pueden “resolver las tareas sin ayuda”, y a la hora de priorizar el acompañamiento los esfuerzos seguramente se concentraron en niñas y niños.

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